Situación actual de la IBM PC

En 2004, IBM, la empresa que dio nombre a la computadora personal (PC), abandona el negocio y lo vende a un fabricante chino, Lenovo, por US$ 1.250 millones. Sin embargo, esto no significó el fin de la PC, ni mucho menos.

Se estima que en los últimos 25 años han sido fabricadas y vendidas unas mil 600 millones de computadoras en el mundo, en una evolución que se aceleró desde principios de la década de los noventa al popularizarse el uso de Internet.

En la actualidad, de acuerdo con la firma de investigación Garnet, se comercializan unas 200 millones de computadoras personales cada año y se estima que hay en el mundo más de 1.000 millones de PC funcionando. Curiosamente, el estado actual de la PC se encuentra muy lejos de las predicciones de analistas que vaticinaron que a finales del siglo XX habría unas 80 millones de computadoras personales en todo el mundo, muy por debajo de los 500 millones de unidades alcanzadas en el año 2000.

De acuerdo con una encuesta ordenada por la cadena inglesa de tiendas de computación PC World, para celebrar los 25 años de la aparición de esta computadora, tres de cada diez personas en el mundo consideran que no podrían vivir sin una de estas máquinas. Hoy día, millones de personas en todo el mundo no podrían prescindir de su PC para trabajar, escribir, conectarse a Internet, recibir correo, comprar música, retocar e intercambiar fotografías o realizar llamadas de voz gratis. El 32 por ciento de las personas encuestadas consideró a la PC vital para su vida, más que ningún otro aparato de uso común, superando a la televisión (19 por ciento) y a los teléfonos celulares (siete por ciento) e incluso a las lavadoras de ropa (20 por ciento).

Alcanzando enormes avances en estos últimos años, hoy se puede encontrar en el mercado computadoras personales de mayor capacidad que están dotadas de 600 gigabites de memoria de almacenamiento, suficiente para guardar unas 600 copias de la Enciclopedia Británica. Pese a todo, el futuro de la PC no está nada claro. Cada vez más herramientas nuevas, como los teléfonos “inteligentes”, los lectores digitales portátiles o las cámaras que envían las fotos directamente a la impresora, permiten evitar el paso por la computadora.